domingo, 30 de diciembre de 2012

Luis va a la Caja Mágica

-->
Un día antes....

Mañana por la mañana, voy a la Caja Mágica a ver las semis del Open de Madrid. Tal es la fama que ha alcanzado mi pánico a conducir, que ya se hacen cancioncillas populares sobre ello. Mi santa esposa, tras miles de infructuosos ruegos y lágrimas, ha declinado amablemente el llevarme (Ya eres mayorcito para ir sin compañía, me ha dicho). Pues bien, mañana iré solo en el coche. Llevo GPS, teléfono móvil, cantimplora, una linterna, camping gas, un saco de dormir, y un cartel colgado del cuello con mi dirección, por si me pierdo y me quedo paralizado. Si veis a alguien con este aspecto, cuidadle, soy yo. Un amigo del trabajo me ha hecho, además, un plano con el que puedo guiarme, pero, Agustín, vamos a ser sinceros, entre los dones que el Señor te dio, el dibujo de mapas no está entre ellos: No sé si lo que me has dibujado es la M-40, o la desembocadura del Amazonas, pero intentaré usarlo.
Si logro ir, y luego volver, que es el doble de sufrimiento, os contaré mi odisea. Y si no lo logro, pedir a Dios por la salvación de este alma pecadora.
P.D.- Si arrugo, he borrado del testamento a mi mujer, y he puesto a Agustín, por la buena intención.

Llega el día....

Me levanté temprano y me saqué a la perra. Me tomo dos cafés, y con tiempo de antelación, programo el GPS con una dirección aproximada de la Caja Mágica, con una voz sensual de una señorita amable y simpática, para hacer más agradable el trayecto.
Monto en el coche, y después de echar gasoil, enciendo el aparato y me dejo llevar por la dulce voz de la señorita.

- “A 200 metros, radar camuflado”, reduzco la velocidad a ver si va a haber un guardia civil detrás de un macetero.

- “A 500 metros, tome la salida”, me susurra cuando voy llegando a la M-30.
Esto va a ser más fácil de lo que yo pensaba, me digo a mí mismo con confianza.

-“A 500 metros, tome la salida y manténgase a la izquierda”. Nada, yo, solícito, hago lo que me ordena mi compañera.

Me meto en el túnel. A 70, como manda la señalización. Llevo un rato dentro ya del túnel y de pronto, siento que algo echo en falta….¿Qué es?¿Qué es? Mi amiga, mi dulce compañera, no habla, se ha callado. Miro el aparatito y veo que está gris. Comienzo a tener miedo: ¿Y si aparezco en Cuenca? ¿Y si me pierdo y jamás vuelvo a casa? Mis hijas, mi mujer, mi vida……todo perdido.
Tranquilízate, me digo a mí mismo.
¡Talk to me, talk to me!, le grito al aparato. ¡Háblame, maldita zorra! Nada, ni caso. Ella ha dejado de comunicarse conmigo.
Empiezo a sudar copiosamente, mientras el túnel sigue, sigue, sigue………salidas a la derecha, salidas por el centro, y de la Caja Mágica, nada de nada. Mis ojos, todavía poco habituados a la oscuridad reinante del túnel, me hacen ver visiones: Córdoba-12, Toledo-42, estoy flipando….
Por fin, al cabo de unos interminables minutos, veo algo de luz al final. Dios, ¿Dónde estoy? Barrio de San Fermín, me indica una señal. Joder, ¿He llegado a Pamplona o qué?
De pronto, de la nada, vuelve a surgir la sugerente voz: “ A 500 metros tome la salida, luego, manténgase a la izquierda”
¡Maldita desgraciada” ¡Ahora, cuando ya veo! Un panel amarillo me indica que la Caja Mágica está cerca. Un torrente de lágrimas inunda mis ojos. ¡Voy a llegar!¡Voy a llegar!
Por fin encuentro el parking. 10€. Una leche voy a pagar yo 10€….Empiezo a dar vueltas para ver si encuentro un sitio.

Comienzo a dar vueltas para ver si encuentro sitio, pero como no he apagado el GPS, la pesada esta no hace más que confundirme: “ En la rotonda, gire a la izquierda, decimonovena salida”, “A 500 metros haga el pino puente”, así que, en un semáforo, lo apago. 
Levanto la mirada y estoy rodeado de pisos cochambrosos de cuyas ventanas sin cristales, ondean jirones de lo que antes debieron ser cortinas. ¡Dios mío!, me digo, ¡van a empezar a dispararme! 

Aprieto el acelerador y casi atropello a un viejo con cara de malas pulgas. A los lados, pandas de jóvenes con indumentaria carcelaria y pañuelos en la cabeza me miran con ojos golositos. No sé si se fijan en el coche o en el culito del conductor, muy apetecible por cierto, así que, como de este traserillo que Dios me ha dado sólo salen cosas (y no entran), me lanzo a toda velocidad hacia delante y que sea lo que Dios quiera. Delante, veo un coche de policía, pero no me calma en absoluto, porque está ardiendo. Sigo durante una hora dando vueltas entre el llanto y la desesperación, y en mi cabeza se suceden imágenes de mis hijas jugando, de mi perra corriendo por el campo, de mi mujer echándome la bronca por algo...todo eso lo voy a perder. Y por fin, a lo lejos, de nuevo diviso la puta caja mágica (De ahora en adelante p.c.m.), por lo que con esto, creo que queda demostrada la existencia de Dios.
Pago los 10€, y si hubiera costado 100, también los hubiera pagado. Aparco, le pregunto al personajillo de la garita dónde puedo tomar un café o algo más fuerte para calmarme, como ginebra, pero me dice que en las máquinas de dentro, que allí no hay nada. Lo suponía.
Bueno, pues esperaré en la entrada hasta que abran, que sólo queda una hora. Mientras, va entrando la gente que trabaja en la p.c.m.: Las recogepelotas, las recogepelotas, las recogepelotas.....Madre mía las niñas estas.....Pero como luego se verá, su capacidad para recoger pelotas en movimiento es inversamente proporcional a lo buenas que están.  

2 comentarios:

  1. Juas,juas, me has recordado una de las veces que fuimos Rafa y yo a Madrid y nos pasó exactamente lo mismo, yo no sé los kms que nos hicimos de las veces que nos perdimos, y todo porque se perdía la señal en los túneles!!!
    Saludos desde Alicante!!

    ResponderEliminar
  2. luis hervas rodrigo9 de enero de 2013, 10:25

    Es que no sabes el pánico que me da conducir. Y más si no sé exactamente dónde voy.......

    ResponderEliminar

Mientras no me insultes, pon lo que quieras.......