sábado, 13 de junio de 2015

Es bien sabido que al hombre, (no en sentido genérico, sino en el de macho, guerrero, el amo y señor, el cazador, el rey de la casa), Dios, en su infinita pero incomprensible sabiduría, le dotó con unos músculos poderosos (En este caso se olvidó de mi), una velocidad y unos reflejos impresionantes y una capacidad de reacción ante los imprevistos asombrosa; pero al mismo tiempo, se le olvidó algo muy importante: Más conexiones sinápticas entre las ya escasas neuronas con las que le equipó (En este caso no se olvidó de mi). Digo esto porque cierto día, que curiosamente coincidía con la final del máster de Shanghai de tenis, y en la cual participaba cierto personajillo suizo, noté en la tersa y dulce cara de mi esposa un semblante fuera de lo corriente, lejos de la alegría y vivacidad que suele mostrar. 
-¿Qué te pasa? Le pregunto. 
-Nada, me responde. 
-Vale, le digo mientras ayudo a hacer los deberes a las niñas.
Al cabo de un rato, vuelvo a insistir, porque observo que su gesto no cambia. 
-Anda, dime qué te pasa, mi faro mi luz y mi guía. 
-No me pasa nada.
Acudo al diccionario raudo como el viento. Nada: Carencia absoluta de todo ser, sentimiento o razón. Bueno, me digo, un poco exagerado pero no le debe pasar nada.
Queda poco para la final. Me preparo un café (Es a las diez de la mañana, hora española, 14 h en China). Comienza el partido.
Un partido duro, complicado, pero el maestro va ganando. Las pocas neuronas que poseo están completamente concentradas en los vaivenes de la pelota. No hay nada más en el mundo, sólo el señor suizo y la pelotita. Cada dos juegos, voy a ver a las niñas y sus problemas con las mates. Mi faro mi luz y mi guía anda por ahí, digo yo.
Se va acabando el partido, 7-6 para el Dios del tenis, que va aflojando el ritmo, y 6-6 en el segundo set. Nervioso, ansioso, expectante, me dispongo a ver el final. 5-5 en el tie-break. Me va a dar algo. De pronto, noto una presencia fantasmal a mi espalda; sin apartar la vista de la televisión, noto un escalofrío que me recorre la espina dorsal, el vello de la nuca se me eriza; de pronto, hace frío, como en El Exorcista; con miedo, giro la cabeza sin apartar demasiado la vista del partido. Ahí está, apoyada en la pared, mirándome fijamente. La presencia, mi esposa. Me taladra con su mirada. 
-Hola, balbuceo, ya está acabando, cariño, ¿Qué haces? Pregunto, mientras vuelvo a girar (con cierto terror) la cabeza para ver el final. 6-5 para el francés. 
-Me has preguntado antes qué me pasaba, me dice con una voz glacial, helada, carente de todo sentimiento. 
Me quedo paralizado. Eso fue ANTES de que empezara el partido, joder, me digo a mi mismo, ahora no te he preguntado nada, ha sido hace dos horas y me has respondido:NADA. Incluso he buscado en el diccionario....6-6
-¿Quieres saberlo? Me pregunta, pero no es una pregunta. Es un hecho ineludible; algo tan sólido como que la tierra gira alrededor del sol, como las eternas mareas. Me lo va a decir, quiera yo o no. Y me lo va a decir AHORA. 7-6 Roger.
No, ahora ya no, antes te lo he preguntado y me has respondido que nada. Ahora, cariño, te fastidias y me vas a dejar ver el final del partido, porque yo no te molesto cuando ves los capítulos de Érase, porque sé que te gustan, ahora no me vengas jodiendo, que ya va a acabar. Pero eso es lo que pienso, claro, aprecio mi vida demasiado para decirle esas cosas.
-Ehhhhh, sí, claro que lo quiero saber, digo mientras ladeo levemente la cabeza hacia ella. 
Y empieza a hablar. 
Mis escasas neuronas no saben qué hacer en esta disyuntiva, si atender al final del partido o a mi esposa, así que deciden colapsar. 
Luego sigo que se acaban de despertar las bestias, y a estas horas, pocas bromas....
Bueno, ya estoy. Si veis una perra surcar los cielos, no os preocupéis, es la mía. Hija de p......
Mis neuronas, al colapsar, deciden atender a las dos cosas a la vez; mal hecho, por otra parte, pero bueno, las pobrecicas creyeron que era lo mejor, así que a mi maltrecho cerebro llegaban a la vez frases sueltas, provenientes de la preciosa boca de mi mujer y del comentarista de televisión: último-punto- descongelar-ayer-increible-volea-tus-cosas-de-revés-no-hacer-nunca-caso-passing-imposible-ropa-de-color-dejada-desde-el-fondo-desteñida-drive-para-las-escuelas-de-tenis-comemos-hoy-campeón-Roger-egoista-Federer-lo-que-te-digo-leyenda.
Eso es lo que oí.
Por el rabillo del ojo,vi cómo Roger levantaba la copa, así que me dije, atiende a tu esposa (que no paraba de hablar y gesticular), que ya hemos ganado. No has visto el último punto. Vale. Te jodes. Ya lo verás más tarde, pero ahora, concéntrate, e intuye lo que te ha dicho antes, que te la estás jugando, chaval.
Poco a poco, con una estrategia sacada del libro El Arte de la Guerra de Sun Tzu, consistente en poner cara de algodonoso conejillo herido, alternando con una sonrisa que despierte cierta piedad, las facciones de mi mujer se fueron suavizando. Ahora, con las dos neuronas completamente centradas en mi esposa, intuí el motivo de su enfado: Creo que no descongelé no se qué, y que mezclé, en un descuido impropio de mí, cierta ropa de color, de mucho color parece ser, con más color que cuando entras en una tienda de Desigual, con otra blanca, prístina, casi transparente, pecado éste imperdonable a estas alturas. Bueno, ataca el asunto de la comida, que el otro es más difícil, me digo a mí mismo.
Cariño, si tú haces la mejor tortilla de patatas de este sistema solar con diferencia, ahora saco del congelador.....eso.
Ya he sacado yo el pollo. (Ah era pollo, ahora recuerdo)
Pero bueno, vale, haré una tortilla.
Y ahora pongo otra lavadora con la ropa deteriorada, tesorito (Esto, a veces funciona), le digo mientras le acaricio la cara.
Se queda unos segundos mirándome. Creo que está dudando entre reírse o darme una patada en los genitales. Finalmente, sonríe y se va. Ya lo he hecho yo también, tesorito (nótese el retintín).

Pero a lo que voy: ¿Porqué cuando ocurre/preocupa/molesta algo decís “No pasa nada”? Nada, es nada. No pasa nada es que no pasa nada. Todo bien. Todo Ok. Nada va mal. Todo correcto. Así, no se ahorra tiempo, ni se evitan enfados innecesarios. Si pasa algo, lo dices, punto. No somos adivinos.
Es como los colores. Nuestros cerebros no están preparados. No distingo el color magenta de una coliflor, así como no soy capaz de discernir el color albero, de mi culo. Soy incapaz. ¿Qué coño es el color color albero? ¿Cómo se distingue el color Celeste del azul cielo? ¿Es el mismo? ¿Hay algún matiz que se nos escapa? Ahí, es donde las neuronas colapsan.
Amigas y vecinas, Nada es nada, que lo sepáis. Y si os pasa algo, decirlo, a su debido tiempo, así podré ver una final en condiciones, joder.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Mientras no me insultes, pon lo que quieras.......