viernes, 7 de diciembre de 2012

El informe


El Informe


Debido a la actual crisis económica que estamos atravesando, las empresas y las personas tienen que agudizar hasta el extremo su ingenio para sobrevivir: Se subastan casas por internet, el seguro del coche pagado durante tres años, vender a escondidas las joyas de la abuela..... en fin, todo un rosario de revolucionarias ideas para no acabar en el fango.
Mi empresa no iba a ser menos, claro. Trabajo en el sector de la estética, mundo éste no ajeno a los caprichosos vaivenes del mercado: Si se puede aguantar con las terribles lorcillas hasta que pase lo peor.....
En fin, la empresa ha decidido abrir una nueva línea que sin duda, abrirá nuevas puertas y animará un poco este maltrecho sector. A mi juicio, se trata de una gran idea, pues se centra en algo que jamás ha dejado de interesar, ya sea desde un punto de vista científico, ya sea en un plano meramente lúdico-festivo, a la gran mayoría de los que componemos esto que llamamos humanidad: El sexo.
Esta nueva línea está compuesta de aceites de muy agradables olores y texturas, diversos polvos comestibles, ungüentos varios susceptibles de ser lamidos-chupados- ingeridos, cremas que según el prospecto, ayudarán a alcanzar las más altas cotas del placer terrenal......bueno, toda una variada gama de productos, enfocados a que la gente no vaya ni al cine, ni al teatro, ni a los restaurantes, y se dedique a intercambiar fluidos.
Como mi situación en la empresa era un tanto indiferente (invisible, diría yo), me ofrecí voluntario para realizar un informe sobre la eficacia de estos nuevos productos, porque dada su naturaleza, ninguna persona osaba hacerlo, pero a mí, los comentarios de los demás (que iban desde el simpático anda, mira el guarrete, hasta los más despiadados, joder con el pervertido, parecía tonto, me dejan completamente frío).
Durante un fin de semana, probaría todo el material y mostraría los resultados en un detallado informe el lunes siguiente. Así que el viernes, con la caja bajo el brazo y entre palmadas de unos, (Vamos campeón, anda machote), y miradas llenas de sentimientos poco alentadores de otros (Cerdo repugnante, así te llenes de pústulas), me dirijo a mi casa con el ánimo por las nubes, sabiendo que le gente espera mucho de mi informe, y deseando estar a la altura de las expectativas que la empresa ha depositado en mí.

Día 1. Moralzarzal. Calle x. 18:45 horas

Llego a casa. Cansado después de estar doce días consecutivos trabajando. Nadie me hace caso, excepto una de las perras que me saluda con un ligero movimiento de rabo mientras bosteza. Después de un rápido y fugaz roce de labios a modo de bienvenida, mi esposa sale a pasearlas por la carretera que sube al camping, por lo que sé que tardará, y me quedo con las niñas a las que tengo que anunciar gritando
que ya he llegado. Juego con Barbie Mosquetera y Nancy y su bicicleta, juegos estos, que a pesar de lo que pueda parecer por mi aspecto serio y varonil, ya domino a la perfección, cosa harto difícil para los no iniciados en el complicado mundo de las niñas de 2 a 5 años. Mientras, mi cabeza le da vueltas a las múltiples posibilidades del plumerillo con polvos comestibles. Luego pasamos a los puzzles de Pocoyo
y Blancanieves y los siete enanitos. Mi mente se centra ahora en los diferentes usos y posibilidades del brillo labial, con lo cual, el puzzle de Pocoyo (de 15 piezas), tarda un poco en completarse.
Llega mi mujer, me anuncia que una de las perras se le ha escapado a la altura del depósito de agua y que la ha estado buscando, pero no ha aparecido, y se une a los juegos. Mi cada vez más calenturienta mente, la imagina embadurnada de aceite.
Llega la hora del baño y de la cena. Se realiza todo con eficiencia y rapidez, como de costumbre. Mientras las niñas comen e intento que la pequeña no acierte con el puré al televisor, nos cuentan lo que han hecho en el cole. Mi cabeza no está pensando eneso, precisamente.
Acabada la cena, entre remoloneos varios, llega el momento de llevarlas a la cama y sacar de nuevo a la perra que queda, porque la otra aún no ha aparecido. Esto último lo hago yo, porque de un tiempo a esta parte, las niñas no me quieren ver por la noche. En fin.... Nada más salir, me encuentro lo que parece ser una especie de cuadrúpedo marrón sentado frente a la puerta. Supongo que se trata de la perra
perdida, envuelta en lo que Dios quiera que sea barro, pero el olor que desprende me indica que el Creador se está ocupando de otras cosas bastante más importantes. La hago pasar entre insultos y promesas de que hoy duerme fuera.
El frío no afecta a mis casi obscenos pensamientos, así que obligo a la perra a hacer sus cosas lo más rápido posible. Vuelvo raudo a casa. Aún no se han dormido. Cojo lamanguera, ato a La cosa del pantano a la  barandilla y la empapo. Procuro no mirar los chorros de líquido marrón que resbalan por su cuerpo y me concentro en el aceite de frambuesas y champán que en breve estaré probando.
Mientras me ducho concienzudamente, noto que casi tengo fiebre. Cálmate, me digo, tienes que mantener una actitud científica.
Salgo de la ducha a la vez que mi mujer del cuarto de las niñas. Esos ojos no indican nada bueno.... Bajamos a la cocina, y mientras fumamos un cigarro me cuenta cómo ha ido el día: Niños llorones, madres cascarrabias, compañeras histéricas, preparativos para el carnaval.....Cansancio sumo, en definitiva. Soy consciente de que mi cociente intelectual no es comparable al de Einstein, pero preveo que las pruebas hoy no se van a llevar a cabo. Por si acaso, dejo la bolsa con los productos estratégicamente colocada sobre la cama, para que no tenga más remedio que verla al ir a acostarse.
¡No la ha visto! ¡Pero por el amor de Dios! ¡Si se las he dejado al lado!
Bueno, pues nada, abro la bolsa delante de sus narices y le muestro su contenido.
Echa un leve vistazo a los botes: Muy bien cariño. Buenas noches. Te quiero.
¿Muy bien cariño? ¿Y eso qué significa? ¿Y las pruebas? ¿Y el informe? ¿Y mi
fiebre?

Día 2. Moralzarzal. Calle x. 7:00 Horas

Preparo, antes de acostarme, los diversos ungüentos y utensilios varios cerca, para, una vez puesto el despertador a las 7 AM, despertar, suave y dulcemente a mi esposa con el plumerillo, a riesgo de perder mis dientes, pues mi esposa tiene un despertar de lo más violento, pero el informe bien merece la pena.
Lástima, a las 6:45 me despierta mi hija pequeña diciendo que no quiere dormir más, que quiere el desayuno y ver los dibujos de Dora la Exploradora. No le digo lo que quiero yo porque es muy pequeña aún, y ya no me vería como su venerado y querido padre, sino como un obsceno pervertido.
En fin, esperaremos a la hora de la siesta, que por mis muertos, se la van a echar.
Transcurre el día entre escobas, fregonas, y aspiradores. Vamos al parque del pueblo, a ver si se cansan; hipermercado, saco de nuevo a las perras esta vez por la vía pecuaria, y a comer. 15 horas. Llega la hora de la siesta. Mientras hago la cocina, encargo a mi mujer con un guiño pícaro que las acueste, que enseguida termino. Cuando subo, descubro que ella también se ha dormido.
¿Pero porqué Dios mío, porqué?
Veo el telediario, pero mi mente está casi completamente fuera de sí: Sale Zapatero en las noticias, pero yo le imagino utilizando el plumerillo con Sonsoles; Rajoy con su esposa embadurnado de aceite, De la Vega....Bueno no, hasta ahí aún no ha llegado mi imaginación.
De nuevo retoco los planes para la noche. Mi cabeza ya lo tiene todo planeado: Horarios, duración de las aplicaciones....Todo en mi mente está perfectamente listo y ordenado.
Se levantan de la siesta justo cuando la película está más interesante. Dios....... Merienda. De nuevo al parque. Sacar a las perras.
Me voy haciendo cada vez más ilusiones; la tarde va bien: Procuro que mi esposa no se canse nada, que no haga ningún esfuerzo, que de todos los músculos que hay en esta santa casa sólo se muevan los míos. De todo me encargo yo. Llaman al teléfono. La amiga pesada de mi mujer. Qué querrá esa desgraciada; nada
bueno, eso seguro. Que vayamos a cenar para que las niñas jueguen con las suyas. A las diez está bien.
¡No, a las diez no está bien! ¡Está mal, muy mal! ¡Esa mala pécora lo hace a propósito!
Le insinúo a mi santa esposa que estaría bien quedarnos en casa por una vez, pero nos han invitado y no les podemos hacer ese feo gesto....¿Y el plumerillo? ¿El aceite erótico, el lápiz labial.....?
Que no me preocupe, me dice, volveremos pronto.
02:45 Llegamos de nuevo a casa. Acostamos a las niñas, saco a las perras por enésima vez, hablamos de su amiga y lo maja que es.....Qué cansancio ¿verdad cariño? Buenas noches, me dice. Me levanto a ver si echan algo interesante en el canal teletienda y se apaga un poco el furor uterino que me domina.

Día 3. Moralzarzal. x. 7:00 horas

7:00 de la mañana. Justo antes de que suene el despertador que de nuevo programé, mi hija pequeña aparece de pronto junto a mí, dándome un susto de muerte. La mayor está detrás. Que dónde están sus churros, me dicen las dos al unísono. Si contesto, probablemente me encuentre con una orden de alejamiento, así que me visto, me tomo un café, saco a las de siempre y me voy a por los churros.
Cuando llego, están viendo Dora la Exploradora junto a mi santa esposa, que con una sonrisa picarona y un beso de lo más sensual, me da a entender que sí, que hoy sí.
Desayunan, hacemos los deberes, y las llevo a jugar por ahí, mientras mi mujer va a comprar.
Cuando llegamos, me lanza la bomba. Hiroshima, Nagasaki....No, peor aún: Se acerca
el Apohpis.... Esa pequeña pero devastadora frase que aniquila cualquier intento de
acercamiento conyugal. Esas cuatro palabras que tanto daño han hecho a lo largo de la historia de la humanidad. Esa frase que ha derrocado a reyes, destruido imperios, aniquilado civilizaciones.... Me duele la cabeza.
El torpedo acierta en plena línea de flotación. De mi mente veo desaparecer, como por arte de magia, el plumerillo, el lápiz labial, los aceites.....todo se esfuma, se desvanece, se atomiza, desaparece en una niebla que lo envuelve y borra todo.
Pero no te preocupes cariño, que ya me he tomado dos pastillas para ver si se me pasa.
No, si ya no me preocupo. A este paso, los productos caducan, como si lo estuviera viendo. Probablemente los utilice como aliño para ensalada.
Comemos. Se echan la siesta. Todas. Veo las noticias. Veo de nuevo a los personajes que dirigen el rumbo del país, pero vestidos.
Merienda, juegos, lectura, baño, cena....Empiezo a sentirme agotado. Se acuestan las niñas y voy a sacar a las perras. Después del titánico esfuerzo de hoy, mis músculos se asemejan a la gelatina, estoy flojo, débil.
Cuando vuelvo, las niñas se han dormido y mi mujer me está esperando. ¿Y las cremas? Me pregunta....
¿Las cremas? ¿Que dónde están las jodidas cremas? ¡Se las he regalado a tu amiga!¡Me las he comido con los filetes!¡El plumerillo lo he usado para limpiar la televisión del puré de tu hija!
Eso es lo que pienso, pero no lo digo, por miedo a la orden de alejamiento, claro.
Lo que en realidad contesto es que estoy cansado, o que me duele la cabeza, o muy bien cariño, o qué sé yo..... y que ya las probaremos con un poco de suerte, en agosto, o septiembre, cuando haga mejor tiempo. Porque nosotros también tenemos nuestro orgullo, ¿No?, me digo mientras una lágrima desciende por mi mejilla y va a estrellarse contra el lomo de una de las perras, que me mira con lo que parece una sonrisa burlona.
Fin del informe

2 comentarios:

  1. Espero que por fin, sin entrar en detalles, hayas conseguido probar los dichosos productos, si no...¿que pensará de ti tu amado jefe?.
    Le dices, de mi parte, que lo del plumero promete, al menos mentalmente hablando, que la imaginación a veces es muy calenturienta, jajajajaja
    Ánimo y a ello, que lo conseguirás en cuanto las niñas tengan unos cuantos años más, ya lo verás.

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