martes, 4 de diciembre de 2012

Ikea

Mientras paso el aspirador, oigo aterrorizado: Cariño, tenemos que ir a Ikea. Hay que cambiar este mueble. ¡Dios Ikea no! Intento razonar con ella: Pero si están dejando el Amazonas como un solar, esos desalmados, argumento. Me mira como un policía lo haría a un perroflauta… hay que proteger a la madre tierra, cielo, no, no debemos ir. Aparcamos a las 10 de la mañana, cojo una de esas bolsas enormes de asas azules que, una vez llena, no sabes cómo llevar. Las niñas cogen 47 lápices, 8 hojitas para apuntar referencias y 7 metros blancos para medir nada.

Los muebles están por allí, le digo. Ya, ya lo sé, pero como hay que recorrer el pasillo, vemos otras cosas, me dice. Cuando llegamos a la zona de los muebles, en la bolsa llevo: 2 cojines smarjjojollor (cuya traducción del sueco es, cabeza descansada), 4 cortinas frojjuterters (traducción: No vas a ver ná), 2 lámparitas de noche derffertojiill (trad. mariposa bizca), y un edredón nórdico miftregikkonen (¿Nórdico? No va a ser de sudán no te jode….) cuya traducción del sueco es, vas a sudar un huevo.
El mueble en cuestión, ferduystrettdesd (trad. Se comba con cuatro libros), está abajo, pasillo 45, altura 2, hueco 22. Bueno cariño, vamos abajo y lo cargamos en el coche, la apremio. Espera que pasamos por la cafetería que las niñas tienen hambre. Se toman una tostada de salmón ahumado a las 12 de la mañana y un zumo feujtressi (trad. De naranja). Mi mujer un montadito de un vegetal que sólo crece en Suecia y que no quiero probar. Yo no tomo nada, solo quiero echarme un pito. Bajamos abajo. Eso es el infierno. Compramos tres sartenes dutreffrojel (Amanecer dorado) en las que parece ser, los huevos fritos salen estupendos, una vajilla deituujretu (Flor de otoño), y un bol de madera fretsretr (arena del tiempo). Llevo ya tres bolsas amarillas hasta los topes y todavía no tengo el mueble.
De paso, compramos dos sillas sin respaldo amarillas saferrterser (Culo cómodo), diseñadas por los famosos Olaf Stevenson y Elga guftansen. Quiere además un precioso marco para fotos fruiftretre (hormiga sube al árbol), que intento acomodar como puedo en el páncreas. Por fin llegamos al almacén. Utilizo el TomTom para localizar el lugar exacto del mueble. Cuando lo consigo, intento bajarlo, pero pesa 120 kgs. Cargado con todo esperamos 45 minutos en la cola, nos dan 34 bolsas de papel reciclado para meter todo, pero a mitad de camino se rompen 23. Vuelvo a encender el GPS para localizar el coche. No cabemos todos, así que mientras las niñas y mi mujer se van en el coche yo vuelvo en autobús. Llego a casa a las 10 de la noche, y me esperan ansiosas para montar el jodido mueble. Después de llorar, les imploro que me dejen dormir, que estoy muy cansado y sólo deseo echarme. Mañana lo monto, lo prometo.
Un cigarro, mataría por un cigarro. Luego narraré el montaje.

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